







Cuando
empezó el siglo XVII,
España tenía el imperio más rico y poderoso
del mundo. Pero el país tenía grandes
problemas internos y conflictos con otros
países. En pocas décadas, España perdió el
dominio en Europa y entró en una profunda
crisis económica y social.
En este siglo
reinaron en España tres monarcas: Felipe III
(1598-1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos
II (1665-1700).
La
decadencia política
y económica no supuso la decadencia
cultural. El siglo XVII fue una de las
etapas más brillantes de la cultura
española. Es el siglo del Barroco,
surgido en Italia pero ampliamente
desarrollado en España. En un siglo en el
que comienza la decadencia del Imperio
Hispánico la cultura se encuentra en el
denominado Siglo de Oro de las letras y
las artes.
El
Siglo de Oro español –
tiempo en que las artes, las letras y la
política tuvieron el mayor incremento y
esplendor en España – fue un período de algo
más de 150 años, que abarcó toda la segunda
mitad del siglo XVI y prácticamente todo el
siglo XVII.

El
fenómeno cultural más importante
y general a toda Europa durante el siglo XVII fue el llamado
estilo barroco (que ya había comenzado en el siglo
XVI). Con esta palabra no se designa un estilo
particularmente definido, sino un fenómeno cultural cuyas
manifestaciones artísticas y literarias, a diferencia del
equilibrio y serenidad propias del Renacimiento,
gustan de lo complicado y confuso.

Se
conoce como Barroco a
una etapa cultural del mundo occidental que abarcó el
siglo XVII y gran parte del XVIII. En el Barroco se
desarrollaron todas las ramas de la cultura. Sus
principales características fueron:
Los
artistas barrocos querían representar la realidad tal y
como era, sin ocultar sus defectos.
Pretendían
provocar grandes sentimientos en el espectador; para
ello realizaban obras llenas de movimientos y
contrastes.
En
literatura se crearon grandes obras, de autores como el
inglés Shakespeare y el francés Moliére. En España
Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca.
En
la música brillaron compositores como Vivaldi, Haendel y
Bach. En esta etapa se escribieron las primeras óperas.



La
literatura barroca:
En la
novela
destaca Cervantes y su Don Quijote de la
Mancha, obra cumbre de la literatura universal que
refleja las angustias y sinsabores de la sociedad del
siglo XVII. Continuador de la novela picaresca será
Quevedo y su Buscón. En la
poesía
rivalizaron los dos estilos representativos del
Barroco español son el conceptismo (Quevedo) y el
culteranismo (Góngora).

El
teatro adquirió, después de Lope de Vega,
unas formas características, muy en consonancia con la
estética del Barroco: libertad y amplitud de temas,
mezcla de lo trágico y lo cómico, de lo popular y lo
culto. Es una de los entretenimientos preferidos por los
contemporáneos que se representaba en las famosas
corralas. Entre un sin número de excelentes dramaturgos
descollaron Tirso de Molina (El burlador de
Sevilla) y Pedro Calderón de la Barca (La Vida es
sueño).


El
Barroco se nos Presenta Como un Arte con
Caracteres Eminentemente Religiosos
La
arquitectura.
En arquitectura,
se van añadiendo detalles decorativos,
frontones, líneas curvas, entrantes y
salientes que producen juegos de luces y
sombras, y se tiende hacia el colosalismo.
La Compañía de Jesús, construye obras
grandiosas en diversos lugares (Clerecía de
Salamanca). Ya muy avanzado el siglo, el
Barroco arquitectónico lleva a la
exuberancia decorativa que, del nombre de
los Churriguera, se ha llamado
churrigueresco. Importante fue también
la construcción de las plazas Mayores en
diferentes ciudades (Madrid, Salamanca..).
La
escultura.
En el XVII continuó al
servicio de la religión. Los «imagineros» (autores de
imágenes) españoles trabajaron casi exclusivamente en
madera, policromada, y crearon una iconografía
muy característica (Cristo en la cruz, Cristo yacente,
Piedad, Inmaculada). Fueron numerosas las imágenes
procesionales de Semana Santa. Hubo una escuela
escultórica, más sobria, en Castilla, cuya figura
principal fue Gregorio Fernández, y dos escuelas
en Andalucía: la sevillana (Martínez Montañés) y
la granadina (Alonso Cano, Pedro de Mena).
La
pintura.
En el siglo XVII
descollaron numerosos pintores. Destacaron
Francisco de Zurbarán, destacó en la
pintura religiosa (cuadros de frailes), y a
la vez trata con extraordinaria perfección
los objetos inertes con sus bodegones.
Bartolomé Esteban Murillo, de él
destacan las pinturas religiosas de
inmaculadas al mismo tiempo que capta
escenas del más puro realismo picaresco en
sus cuadros de pilluelos. Valdés Leal,
destacan dos grandes lienzos que pintó para
el Hospital de la Caridad de Sevilla.
Ribalta cultivó el claroscuro en
sus obras. Ribera se caracteriza por
su vigoroso realismo (Martirio de San
Bartolomé).
El
más importante
de los pintores españoles del Siglo de Oro,
Diego de Silva Velázquez (I599-
1660). Tenebrista, pintó numerosos retratos
de los reyes y cortesanos (Felipe IV,
Príncipe Baltasar Carlos o el Conde-duque de
Olivares). Fue un genio de la pintura
universal, dueño de una técnica
prodigiosa y preocupado constantemente por
los problemas de la luz, la perspectiva y la
atmósfera que rodea las figuras (perspectiva
aérea).
Junto
a retratos prodigiosos
(Pablillos de Valladolid, El Papa Inocencio
X) y temas históricos (La rendición de
Breda), Velázquez nos ha legado un desnudo,
el único de la pintura española antes de
Goya (La Venus del espejo), pinturas
mitológicas (La fragua de Vulcano, El
triunfo de Baco) y dos paisajes de la Villa
Médicis, cuya técnica se considera
impresionista, y, especialmente, dos obras
en las que, al final de su vida, logró
captar el aire que envuelve las figuras: Las
Hilanderas y Las Meninas.








